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Principios

  1. Los individuos y las interacciones son más importantes que los procesos y las herramientas.
  2. El software funcional es más importante que la documentación exhaustiva.
  3. La colaboración con los clientes es más importante que la negociación de contratos con ellos.
  4. La resupesta a los cambios es más importante que la planificación.

Historia

En medio de la revolución tecnológica, nos encontramos preguntándonos si el manifiesto ágil debería seguir siendo nuestra guía mientras nos movemos en un mundo definido por la innovación continua. Este documento breve y novedoso nos ayudó a pasar de enviar productos como si fueran carga en barcos a entregarlos el mismo día en un dron. No obstante, hoy en día, somos menos pioneros, nos definimos más como exploradores en los mares de la mejora continua, lo que nos hace preguntarnos, ¿ha llegado la hora de mejorar también el manifiesto?

La historia del origen

A principios de 2001, con la cordillera Wasatch como telón de fondo, en Snowbird (Utah), 17 personas se reunieron para debatir el futuro del desarrollo de software. Los miembros del grupo compartían la frustración sobre el estado actual de los acontecimientos, aunque no estaban de acuerdo en la forma de remediar la situación.

El problema, coincidieron, era que las empresas estaban tan centradas en planificar y documentar hasta el último detalle de los ciclos de desarrollo de software, que habían perdido de vista lo realmente importante: complacer a los clientes.

Las empresas podían haber pregonado valores corporativos como la “excelencia” y la “integridad”, pero estos valores no habían servido para guiar a las personas, sobre todo a los desarrolladores de software, hacia un camino mejor. Eso tenía que cambiar. Muchos de los 17 que se reunieron en Snowbird ya tenían ideas sobre cómo iniciar la nueva era del desarrollo de software. Este viaje a las montañas fue su oportunidad para debatirlas.

El manifiesto ágil surgió de este largo fin de semana con solo 68 palabras, pero este breve y bendito documento cambió el desarrollo de software para siempre. En las casi dos décadas que han pasado desde que se creó, un sinfín de personas, equipos y empresas han adoptado (en diversos grados) estas palabras (y los 12 principios que las siguen).

Doce principios del manifiesto ágil: una cultura definida

El panorama actual está repleto de metodologías que prometen tomar los ideales ágiles y convertirlos en elementos tangibles del mundo real; pero la locura metodológica actual no es nada nuevo.

El propio manifiesto nació de la necesidad de encontrar un terreno común entre el scrum, la programación extrema, la metodología Crystal Clear y otros marcos.

“Estaban empezando a ver que había algo común en lo que estaban haciendo, pero, en ese momento, había mucha competencia, al menos en pensamiento”, dijo Ian Buchanan, ingeniero principal de soluciones para DevOps en Atlassian. “Cuando pones eso en contexto, el hecho de que pudieran ponerse de acuerdo en algo es bastante impresionante”.

Las 17 personas que se reunieron en Snowbird querían ver si los representantes de las diversas disciplinas se podían poner de acuerdo en algo, cualquier cosa, y, sorprendentemente, así fue. Estuvieron de acuerdo en un conjunto de valores que definían una cultura.

Son los siguientes: